La soberanía de las logias

El funcionamiento de las logias es bastante chocante en cuanto a la visión tradicional que se tiene del funcionamiento de cualesquiera de las asociación civiles que podemos conocer. Ademas se da la circunstancia de que de una organización masónica a otra las reglamentaciones, usos y costumbres pueden ser, no solo “sensiblemente” distintas sino radicalmente distintas.

Sin embargo hay un concepto bastante común que causa verdadera confusión a propios y extraños: la soberanía de la logia.

Podría decir sin equivocarme demasiado que todas las logias tienen este concepto arraigado en sus reglamentos y costumbres, pero, ocurre que la definición de soberanía no es la misma en todas las logias.

En resumen, gran cantidad de logias hacen un paralelismo entre “logia soberana” a logia “acrata” y en consecuencia entienden que son libres de tomar cualquier decisión democrática en su practica común sin dejar que las consecuencias a terceros de dichas decisiones, sean óbice a la toma de la decisión.  Ni que decir tiene que esto es causa día tras día de conflictos ínter-logias que socavan la fraternidad que nos debemos.

El ejemplo clásico es la admisión de personas expulsadas de otras logias o no admitidas en otras logias. Si bien la decisión de aceptarlos o incorporarlos es democráticamente aceptable, basada en esa soberanía de la logia y sus libres decisiones, esta deriva en fuente de conflictos al obligar, por razones de fraternidad y buena vecindad a recibir la visita de esa persona previamente expulsada o no admitida a una logia tercera.  La masonería, en su sabiduría histórica, ha resuelto este problema con la comunicación de los nombres de los  candidatos a las logias próximas y a la administración y muchas logias lo cumplimos a rajatabla, pero lamentablemente otras, en base a esa soberanía mal entendida no lo hacen. Hay mas ejemplos, pero creo que es suficiente con este.

Rousseau, decía que la soberanía era la voluntad del pueblo que por vía democrática cedía sus derechos a una autoridad reguladora, convirtiéndose el ciudadano en súbdito de facto de su propia colectividad. Con esta concepción, la linea que marca el punto de la soberanía cambia conforme tengamos reconocido el punto de la autoridad. En el ejemplo de la logia “bala perdida” antes explicada, la linea de su autoridad la sitúan en la propia logia local, convirtiéndose en una especie de logia autocéfala de imprevisibles consecuencias a corto o medio plazo.

La mayoría de logias de reconocido prestigio, colocan la linea de la autoridad legislativa en la propia estructura de logias federadas, es decir, lo que conocemos como grandes logias o grandes orientes y la linea de la autoridad ejecutiva (el día a día) en la propia logia.

Sin embargo, mas allá de Rousseau, que como sabemos derivó en abusos de poder de la clase legislativa e ignorando deliberadamente el concepto de soberanía nacional de Sieyès, podemos conceptualizar la soberanía como el derecho de una asociación de personas libres de ejercer sus actividades y manifestar sus pensamientos, al margen de las presiones sociales, políticas, religiosas.

Las logias son soberanas, a mi juicio, siguiendo el modelo de Thomas Hobbes donde el mejor gobierno interno es la asamblea de hombres (personas), en igualdad, contrarestando unos de otros lo que de ellos no fuera justo para la colectividad.  Es decir, las logias son soberanas por que sus trabajos se desarrollan de tal manera que se tienda a aunar la mayor parte de las opiniones posibles sin que unas ideas prevalezcan sobre otras.

Lamentablemente, como he indicado, algunas logias, perjudicándose a si mismas y a la masonería en general, interpretan que ser soberanas es estar por encima de los usos tradicionales masónicos y los reglamentos y acuerdos de las grandes logias/grandes orientes.